El 36 Encuentro de contadores de historias y leyendas, celebrado recientemente en Buga, Colombia ha sido; es y será primordialmente, un ejercicio de resistencia.
Sin embargo, más allá del aspecto
romántico de la expresión, la resistencia implica arte, implica transformación
e implica participación y compromiso. Justamente esa es una de las tantas virtudes
de este bellísimo proyecto: ser incluyente y promover la posibilidad de generar
una experiencia participativa, contribuyendo a formación de conciencia crítica
entre quienes participan narrando o escuchando.
Este encuentro de narradores rompe
con muchos esquemas predeterminados en este tipo de espacios: Una participación
mayoritaria de mujeres, dando un valor agregado a la circunstancia de ser un
ejercicio de “poder por medio de la voz”, un alto porcentaje de adultos mayores,
un intercambio de saberes culturales iberoamericanos con la participación de 9
países, una libre expresión sin competencia ni alardes de superioridad. Es decir, aunque suene a utopía, este encuentro
básicamente cumplió con el rol que el arte y la cultura deben cumplir.
Ser parte de proyectos de
narración oral no es fácil, particularmente porque llevar la voz (con permiso o
sin él) de grupos culturales tan diversos, implica riesgos que no siempre son sencillos
de cargar.
La narración como tal tiene un
rol en el desarrollo cultural, pues desde la palabra se da valor y significado
a las vivencias, a la construcción de la memoria social, a la validación de la
historia. Por ello preservar
la historia, es preservar el presente, es preservar el origen y el territorio
que nos pertenece.
La enorme labor que el equipo de
organización de este Encuentro realiza llevando el arte a las calles; a los
ciudadanos de a pie, a las escuelas, es una labor no solamente extenuante sino
valiosa y ejemplar, porque busca sin pretensiones ni exhibiciones innecesarias,
abrir espacios para transitar por donde el arte, la cultura y la educación sirvan
para reforzar la memoria y la participación colectiva, buscando el bienestar social
común.
La narración es una voz para
contar y preservar nuestro origen, es una oportunidad de utilizar nuestra voz
que ha sido callada por la desigualdad, la indiferencia y el olvido.
Las puertas que CIRNAOLA está
abriendo con una vida de compromiso están ahí, ahora es nuestra responsabilidad
difundirlas. Porque nuestra voz cuenta y
el silencio no es una opción.
Guatemala, noviembre 2022.
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