La indignación de la máxima autoridad
municipal obedece a la pretendida imagen de ser una ciudad “cultural”, en la
cual se maquillan parques, arriates y banquetas en zonas “de lujo” que sirven
para dejar en el olvido la falta de agua (en zonas pobres), la escasez de
transporte (para los pobres), la falta de infraestructura y vivienda digna
(para los pobres) etcétera.
En medio de ese desorden y falta
de previsión, resalta el tema de la movilidad urbana. Automovilistas que no
respetan los pasos de cebras, motoristas que se pasan los semáforos en rojo, peatones
que se atraviesan a media calle. Todo
producto de la irresponsabilidad ciudadana, fomentada por la falta de criterio
de una estructura política enquistada en el palacio de la Loba, que está más concentrada
en poner cepos e inaugurar fuentes, que en realmente crear y fortalecer
políticas de bienestar urbano.
En los días cercanos a la
celebración de día de Brujas, las calles fueron tomadas por motoristas disfrazados.
Más allá del gusto personal, es una terrible muestra de la falta de control no
solo municipal sino gubernativo. Poco
podemos esperar de un gobierno sin cabeza, pero la falta de exigencia
poblacional es lo más preocupante. Ni
medios de comunicación, ni muestras de indignación a un evento desde el cual el
famoso Amílcar Montejo dio el valiosísimo consejo de amigo: “hay motociclistas
en tal vía, si puede tomar otra calle, mejor”, desligando la responsabilidad que como autoridades tienen.
La sexta avenida (peatonal) fue
tomada el lunes 31 de octubre por la noche, por una cantidad de motociclistas tan grande, que no solamente
decidieron llenar de ruido la vía, sino que tomaron la avenida con banquetas
incluidas. Los peatones sorprendidos parecían
salidos de alguna escena anárquica de las películas del Guasón.
No se necesita mucho pedir ante
unas autoridades cuyo máximo líder, extrañamente ausente, autorizó que el
Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, fuera tomado para un evento de
motocross.
No se espera mucho de un gobierno
dirigido por un mentalmente limitado aprendiz de dictador, sin pantalones para
encarar a un grupúsculo de irreverentes motociclistas.
Indigna que las autoridades no se
pronuncien, indigna que la población sea la causante de estas transgresiones a
la ley y lo peor, indigna nuestro silencio.
Mientras la Ciudad de Guatemala siga siendo controlada por ese grupo de
incompetentes, poco podemos esperar. Menos reclamar.
Guatemala, noviembre 2022.