Sin embargo, es evidente que el primer paso para encadenar estas –hasta ahora utópicas- ideas/ sociedades, es trabajar en pro de la más cercana, utilizando los recursos que se tengan a la mano para proveer condiciones útiles para los demás.
Y la extraña relación que hay entre la violencia y el párrafo anterior está en la información y el manejo de la misma.
No parece bastar que una persona tenga el poderío total de la televisión local –cuando los monopolios son prohibidos por ley-; sino que parecemos ser permisivos en la forma en la que se manejan las noticias.
Si llegan a ser dudosas las campañas de limpieza social y la violencia a gran escala en épocas electorales, más lamentable es que los presentadores (seudo periodistas acaso?) manejen de una forma tan vil y deshumanizada las notas.
Casi con un morbo ponzoñoso se reciben a diario las notas, casi parecen darlas con placer y es esa condición de autómatas la que destruye a pasos agigantados el orden social. Con todo lujo de detalle los presentadores presentan notas –mezclando incluso temas- tal como “hoy apareció un cadáver descuartizado, y al regresar de la publicidad: cremas y rojos juegan mañana”.
Y no es solo un efecto auditivo, es un macabro circo que incluye tomas –mientras mas sangrientas y dolorosas sean mejor-; llanto –porque vende en el morbo-; gritos de dolor –porque es lo que genera más terror. No quedan lejos de estos noticieros - serviles de un vergonzoso y patético monopolio - los diarios escritos cuyas páginas están inundadas de muerte, dolor y destrucción.
El caso más cercano es el del hombre que perdió a su familia en medio de un bombazo en un autobús, Radio Sonora aprovecho tal situación “donándole” al doliente una camiseta con su diseño para que asistiera al funeral y organizo una bulliciosa maratón en la cual recordaron cada 10 minutos que ellos habían recolectado X cantidad de dinero… siendo la apoteosis de tal alboroto que mareros tuvieron el gusto de extorsionar al doliente –sabiendo que le habían donado dinero-
Ni siquiera puede considerarse “la buena voluntad” de ayudar ante tales condiciones, es obvio que para ellos lo importante es aprovecharse del dolor ajeno, jugar con la estima de las personas, deshumanizar a los televidentes.
No se puede disfrazar la realidad eso es obvio, no se puede ocultar o negar que somos una sociedad al borde del abismo, pero de eso a que se juegue a ser violentos gracias a perturbados periodistas cuyos trastornos y retorcimientos emocionales les llevan a seguir jugando ese papel de muerte, hay una enorme diferencia.
Apagando el televisor no van a disminuir las muertes ni la violencia, pero si vamos a tener entornos menos morbosos cuyas conversaciones no incluyan el “voy a poner la tele para ver cuantos muertos hubieron hoy”.
Que hacemos como sociedad? A donde nos dirigimos? Es nuestra decisión, esta en nuestras manos cambiar el rumbo de nuestro país. Aún estamos a tiempo, aún no empieza el noticiero de las 6.